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JOSÉ SARRIA (Málaga, 1960). Poeta, ensayista, crítico literario y columnista periodístico. Ha publicado Prisioneros de Babel (Málaga, 1996), La voz del desierto (Málaga, 1997), Canciones sefardíes (Málaga, 1998), Sepharad (Málaga, 2000), Tratado de amores imposibles (Madrid, 2002), Inventario delle Sconfitte (Foggia, Italia, 2004), Desde que llegaste (doce poemas de amor) (Málaga, 2004) e Inventario de derrotas (Málaga, 2005). Es co-autor de la antología Poesía andaluza en libertad (una aproximación antológica a los poetas andaluces del último cuarto de siglo) (Málaga, 2001). Incluido en numerosas antologías y recopilaciones poéticas de España, Italia y México, ha sido traducido al italiano. Es Secretario de la Asociación Colegial de Escritores de España (Andalucía) y miembro de la Junta de Gobierno de la Asociación de Escritores y Críticos de Andalucía.
POÉTICA: El poeta italiano Vittorio Sereni escribía lo siguiente, en 1965: Se hacen los versos por quitarse un peso y pasar al siguiente. Pero hay siempre algún peso de más, y nunca hay ningún verso que baste. Esta podría ser la perfecta descripción de mi enfrentamiento ante el papel en blanco.
Soy consciente de que la salvación está en garabatear, con versos, el espacio que ofrecen las hojas o la pantalla del ordenador, a la vez que reconozco que esta salvación es efímera, transitoria, tan leve como los besos de un ángel. Y a esa experiencia me entrego, a pesar de saber, también, que su fugacidad no irá más allá de la frontera que limitan los días inmediatos. En esa tarea creo, a veces, encontrar la salvación: mi propia salvación.
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Aixa
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El fotógrafo Fernando García Arévalo encuentra en las costas gaditanas (después del naufragio de una patera) el cadáver de un joven. Localiza el cuerpo por el sonido incesante de su teléfono móvil.
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******************************Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
******************************Golpes como el odio de Dios … / …
******************************Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
******************************o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
*******************************************César Vallejo

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Desde hace varios años,
al atardecer, Aixa, con paciencia
infinita, se sienta
a la puerta de casa
por si llegan noticias de sus hijos.

Sólo escucha el silencio: los heraldos
negros que le manda la Muerte.

Como un arpón suicida
el silencio se clava en su costado
y aunque resiste, como una ballena,
cada tarde presiente
más cercanos los golpes
que le harán sucumbir.

Hace tiempo que Aixa no espera
el milagro, tan sólo
que alguien responda a sus llamadas.
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La otra orilla


***********************A Ahmed M. Mgara


Me hablará tu mirada
de jardines de enamorados
donde las tórtolas zurean
entre azahar y almendros florecidos,
del agua del islam,
de olivos, surtidores,
acequias y molinos arabescos.

Me hablará de canciones de jóvenes poetas
del éxtasis de los sufíes
de ulemas amantes de Dios
que no aprueban la sangre de los mártires,
de arquerías y aleyas,
de pétalos de paz,
de la misericordia
que ilumina madrasas
y mezquitas.

Y me hablarán tus gestos
de rojas alcazabas
de generosos zocos
y del color de sus especias,
de pupilas de jóvenes
buscando la sorpresa tras el velo,
de la sabiduría, de vergeles,
del perfume a jazmín
que embriaga los sentidos.

Veré
en tus palabras
a mis padres y a sus padres llegar
de un pasado glorioso.
Y sabré que al mirarte
o al estrechar tu mano,
en la Plaza del Feddan,
mientras bebemos una taza
de té
o compartimos un narguile
estaré alcanzando
la otra orilla que me faltaba.



(*) Plaza del Feddan es, quizá, la plaza más hermosa de Tetuán.
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El puente


************************************No hay nada que detenga la lujuria del tiempo.
**************************************************Manuel Gahete

***************************************************Para Manuel Gahete, siempre.
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Hubo días en que me pareció escucharle gritar que le cruzara. Otras veces supuse que me pedía tan sólo que me quedara reflexivo ante su calzada, el pretil de piedra o esos enormes ojos atravesados por el continuo fluir del río.

El puente sigue ahí, con su metáfora de siglos: nunca sabrás, realmente, si vas o si regresas, porque el puente es la incógnita de nuestra propia existencia que permanece flotando sobre el agua.
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República de Venecia
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Existen animales
que fueron engendrados por los dioses
o por sus legiones celestes.
Así, en Venecia,
es posible asistir al milagroso
espectáculo que palpita
en la tristeza verde
que anida en sus entrañas.
Cuentan los venecianos que cuando la laguna
inunda sus plazas y calles
y la neblina borra
la silueta de las iglesias,
se puede escuchar cómo
desciende sobre los canales
una legión de arcángeles
que incuban en sus aguas
a leones alados
y caballos áureos
que poco a poco ascienden
a las cornisas,
aleros, dinteles, columnas
y arquerías de los palacios
y a los escudos
de las casas patricias.
Allí permanecen, por siglos,
pétreos, como el símbolo
de la que en otro tiempo fue
República del mar Adriático.
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