JUANA VÁZQUEZ es Doctora en Filología Hispánica y licenciada en periodismo . Ha colaborado en diversos proyectos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y en diversos periódicos nacionales, en la sección cultural y de opinión. Hoy por hoy, colabora en El País. Asimismo está en la Universidad de Alcalá de Henares donde imparte un master de postgrado. Aparte de ensayos y crítica literaria, ha publicado en diversas revistas de poesía, Atlántica, Barcarola, etc., y antologías, así como los poemarios Signos de Sombra (Ed. Kilix, 1993), En el confín del nombre (Huerga y Fierro,1998), Nos+otros (Ed. Sial, 2003) y Gramática de Luna (2008).
POÉTICA: Mi poesía es un elemento vital primario. La necesito para tener ganas de vivir. Sin ella caigo en el absurdo. Esa necesidad tiene también como finalidad arrancarle algún punto de luz a las incógnitas que nos rodean, y que busco desesperadamente en mis poemas. Pues cuando escribo no lo hago sobre algo ocurrido sino para que ocurra algo. Por eso, la mayoría de mis poemas han brotado del subsconsciente, y yo soy la primera lectora de ellos.
En la actualidad, mi poética está cambiando, y brota con el anhelo de que el misterio se instale en lo cercano, cotidiano, en el día a dia, para desterrar el tedio de la existencia , y sobre todo mi terror al vacío.
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Naveguemos
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No hay que pararse en el desierto
nos atraparán los fantasmas
de oasis inexistentes.

El movimiento es signo de siglos.

Tenemos que avanzar por dunas
es peligroso lo horizontal
que habla de tú a tú con la muerte.
y nos sumerge entre los ojos del tiempo.

Las mujeres nos siguen.
Avancemos entre los sonidos de la mañana.
Allí hay luz y muchos caminos.
La noche cierra la puerta de la imaginación
y se abre a los sueños de milenios
Nos perderemos entres azules inexistentes
de leyendas donde nacen enigmas
y quedaremos atrapadas
quietas
dormidas.

Mientras
la historia pasa por encima de nosotras.
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Huyamos del silencio
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El mar esta lleno de palabras.
Racimos de verbos caen
de los barcos que atraviesan ciegos
sus caminos de agua-memoria sin tiempo.
Pero el mar los devuelve en forma de música.

Nosotras no queremos quedar
atrapadas por las olas de silencio
en esa tela de abecedario
que borda Penélope en las tardes de tormenta
de cara al mar.

Pero los acantilados avisan de que el punzón de la historia
puede trazar una rosa
que devuelva la memoria
del lenguaje antes del lenguaje
a las mujeres.
La clave de nuestros ancestros
será dibujada para siempre
en los caminos del mar.
Y las sirenas se suicidarán
ante el ritmo armonioso
de nuestros pies descalzos
que arrastran cargamentos de palabras
para hundir debajo de los acantilados
el silencio de nuestras pasadas historias
escondidas en las bodegas de los barcos.

Mientras los marineros ríen al sol de cubierta con su bla bla bla.
Minerva los mira con desprecio vaciando en el mar sus cabezas
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No te escondas
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Yo he llegado en pos de ti amiga mía
con mi rostro tras el círculo de años insomnes
tras los suicidios de noches
violando cajas de somníferos.

No te escondas mujer en libertad.


Buscaremos debajo de la arena
la palabra sabia del tiempo
la que fue dada a nuestros mayores
la escrita en las premoniciones de la madrugada
y haremos que esta isla estalle en la luz de vocablos
con mirada femenina en escorzo.

Le pintaremos un puñado de albas resucitadas.
Mataremos crepúsculos
ocres
cantinas viejas
tradiciones y fantasmas.
Mataremos a la misma muerte.

Recogeremos palabras encendidas en las redes de espuma de los días
y nadie podrá quitarnos la caricia de los siglos.
Luego saldremos de la isla y nuestros cuerpos
serán continentes de amapolas
y nuestras palabras lentejuelas de peces
que se escucharán más allá
de los ríos de sombra de nuestro pasado.

E irán las mujeres del mundo sembrando las entrañas
del mar y la tierra de la palabra desnuda sabia y pura de las mujeres
que murieron en silencio y que hoy ha florecido su semilla.
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Tenemos que salir de esta isla
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Debemos llegar a la isla de los peces que bailan.

Se oyen voces desde todos los lugares
nos ordenan a través de las orisas
y de los pozos ancestrales
que salgamos de aquí.

Debemos cumplir con nuestro destino.

Estas islas son una imagen de aguas estancadas milenarias.
No seguiremos bajo los moldes de ceniza
maniatadas por siglos.
Hemos de rozarnos con los acantilados de la vida
para romper las cadenas
del silencio que hicieron heridas en lo labios.

Andar y andar ese es nuestro destino.

Que no nos tienten las sirenas del silencio
son brujas blancas que quieren nuestros sueños
esos sueños sagrados bajo los rosales de nuestra piel
por la pereza de la memoria de nuestras madres y abuelas.

Salgamos a los caminos del agua
por ellos navegaremos solitarias
y derribaremos la magia y los escritos ocultos.

No nos quedemos dormidas sobre la arena
el viento de la historia ha irrumpido en nuestras vidas
y el barco navega desplegando sus alas de libertad.
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Ha sido un mar acogedor
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Este mar sabía de granadas
pétalos
naranjas
orquídeas…
Este mar sabía de nuestra comunión en la arena
y nos requirió con los ojos
de las amapolas abiertas
y las caracolas chispeando lluvias de milenios.

Quiso ser nuestro aliado y bramó de ternura.
Quiso que nos quitáramos los aros de la servidumbre
y rescató olas de milenios para ponerlas a nuestro servicio.

Este mar es un asidero
de aromas que deja en estelas de azules
azules cabelleras
pendientes
pulseras
collares
iconos.

Es un amigo que deja de soñar
para que nosotras soñemos asidas al aire de sus costas.

Esconde el misterio de la noche
en la luz diáfana de nuestra mirada
que posa en nuestras frentes sagradas.

Así siempre seremos aguas bravas.
Aguas en libertad que llegarán altivas
a todas las playas del mundo.
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Como mascarón de proa
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Vamos a ver como zarpan los barcos.
Vamos a ver como se reflejan las conchas
en sus líneas doradas de crepúsculos.
Pero no nos quedaremos en los puertos
iremos agarradas al rayo de luz que los guía.
Seremos las brújulas en alta mar con nuestras cabelleras
que ondearán como bandera por el mundo
anunciando tormentas y huracanes.

Las mujeres irán en la proa
nunca quedarán detrás
entre ruidos de máquinas rudimentarios.
Queremos que los sonidos ancestrales del mar sean
pendientes en nuestras orejas
y las conchas pulseras y collares.
Pues el vendaval de la vida nos arrojó a los brazos del mar.

Somos hembras en los caminos del agua
luchando día a día por nuestro sagrado poder de creación.
Parimos como el mar.
Estamos vivas por dentro como el mar.
Somos diosas de los misterios del mar.
El agua es nuestra naturaleza.
En ella quedamos lamiendo surcos
para que pasen los dioses y nos den su bendición al partir
en el eterno deambular por el mundo “desfanciendo entuertos”.
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