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JOSELA MATURANA (Melilla, 1.959) estudia Magisterio y es licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Cádiz. Ha publicado: La vida inédita, Premio Feria del Libro de San Fernando (1997); Oficio del Regreso, Premio Carmen Conde (1999), ediciones Torremozas. En 2000, finalista del premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla con La soledad y el mundo publicado en la Colección Rusadir (Ed. Visor) y. en 2005, Premio Bahía de poesía con el libro No podrá suceder publicado por la Fundación Municipal de Cultura José Luís Cano del Ayuntamiento de Algeciras. En 2007 publica Principio de la Desolación, editado por EH en su colección poética Hojas de Bohemia. También en 2007 aparece El Rapto de las sabinas. Mujer y analfabetismo: un dolor íntimo y social, patrocinado por el Instituto Andaluz de la Mujer. Ha sido incluida en las antologías Mujeres de carne y verso (Ed. La Esfera), Ellas son la Tierra (Serv. de Publicaciones de la Diputación Provincial de Cádiz), Ilimitada Voz (Serv. de Publicaciones de la Universidad de Cádiz), Poetisas españolas (Ediciones Torremozas), Premios “Pilar Paz Pasamar” (Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, Cádiz) y El placer de la escritura, publicado por el servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz (UCA).
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Collar roto


Del elogio de la insigne madrastra
y de los cotidianos objetos que heredamos,
la piel, el bolso, el pendiente escorado,
las serviles recetas del otoño en mi madre,
la cocina que cuece su barco prometido
en todos esos labios que desaparecieron,
desestimo el collar y su círculo eterno,
igual que aparto siempre la piedra sobre el pecho
y la caricia enorme que puede devorar.

Cada hora vencida se pierde en el engarce
y en el hilo mi cuerpo cose su nombre.

Madre mía
qué hago yo ante todas
las perlas derramadas,
falso vidrio que muestra la luz del desamor,
entre el ruido y la furia, sonajeros y espartos derruidos,
glaciares que se han roto en la caoba,
apártame el collar que él no desabrochó,
porque ya las muchachas del mundo me lastiman
con su bisutería marchita y lacerante,
y arde su mano en mi cuello desnudo.
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Solicitud de marzo
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Marzo es un pájaro
o una nube de bronce
en el hombre que siente fieramente
el afilado dolor de un iceberg.

La nieve tan remota y tan perdida
cubre las sementaras y tapa los despojos,
solicita cadenas en los montes,
el tránsito más lento y cadencioso
del que quiere llegar hasta un refugio.

Pero quién preconiza
la dulce avalancha de tus ojos
en mí.
Nada ni nadie en este mundo
derriban o erigen este frío irreparable.

Hielo y golpe funden tu mirada
en medio de la resurrección

Hojas en el asfalto y frutas en la huida
rastrearán tus huellas en la nieve
como perros errantes o atascos de domingos
y podrán alcanzarte, podrán alcanzarte,
antes de que la soledad
no haga contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
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Las guerras perdidas


*******************************Para Atila Maturana

Vuelve mi hermano de la guerra del hielo,
montado sobre el lomo de los quemados versos,
atravesando tapias de inconclusas novelas,
cascotes de teatro y vallas calcinadas.

Al verlo descender de su naufragio
la vida tan brutal de los espejos
que se han multiplicado en la distancia,
la vida impenetrable de los ecos
que asolan las pantallas y sus ruinas,
y la vida viril de los sucesos,
me lo devuelven intacto del origen.

El paisaje del sur raya la infancia
y es la estela apuntada y moribunda
la que recuenta el mar de los ahogados
y la acera tan tersa de los vivos.

La guerra de mi hermano
traía un ramo de flores;
lejanas en la tarde se oyeron las fronteras,
chirriando en el abrazo la pólvora y la rima,
también es un naufragio reconocer al náufrago
y entender su deriva palpitando en nosotros.
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La balaustrada. Jardín meritorio


Del jardín meritorio ,vida mía,
resiste la balaustrada que fue la evocación y la insistencia
de bajar y ascender hasta las cosas tenues
y las cosas vibrantes de los días.
Resiste la navegación de lo invisible
sobre el tacto poroso del viaje
que sólo fue emprendido en las postales,
vida de lo notorio y lo inaudible,
y del abismo que a nosotros se enfrenta,
resisten,
el coyote y la flauta que ardieron en el mar,
resisten por su peso enamorado
y por su caza siempre perseguida,
De la dalia y el álamo tan lírico
o de los faros tristes de la patria,
la luz que se adelanta y que nos guarda,
resiste algún boceto sobre suicidio o seda,
y un cuerpo, un cuerpo en el jardín,
abandonado o muerto o refulgente
que creo reconocer cuando anochece.
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(Del elogio de la insigne madrastra)
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